"Este mundo es una cosa admirable y extravagante, que muy bien pudiera ser de otro modo, pero que, tal como es, es deliciosa"

G.K. Chesterton, en "Ortodoxia".

martes, 15 de enero de 2013

El camino circular, o el cargo de deserción


En el prefacio de “El hombre eterno”, G. K. Chesterton deja caer una de esas afirmaciones sugerentes que tanto se suelen citar fuera de contexto: “Hay dos caminos para volver a casa; y uno de ellos es quedarse en ella. El otro es caminar alrededor de todo el mundo, hasta volver al mismo lugar” (“There are two ways of getting home; and one of them is to stay there. The other is to walk round the whole world till we come back to the same place”).

En aquella obra se hacía expresa alusión al planteamiento religioso de la Fe, y de una manera muy ingeniosa Chesterton trata de exponer las diversas formas en que los hombres de hoy pueden encontrar los caminos para “volver a casa”, es decir, para recobrar la Fe.

El mismo Chesterton retomó ésta idea en su novela “Manalive” (“El hombre vivo”, Valdemar, 2010), que publicó en 1912. En ella, el extravagante y misterioso protagonista Mr. Innocent Smith es acusado por los habitantes de la encantadora pensión británica “Casa Beacon” de diversos delitos ocultos en su turbio pasado, acusaciones ante las que habrá de defenderse delante de un improvisado tribunal popular.

En concreto, la tercera de las acusaciones que se le formula, es por comisión de delito de abandono del hogar, o deserción. Las pruebas testifícales delatan a Mr. Smith, pues cierto es que una mañana de Octubre el jardinero vio que Mr. Smith salió de su casa en pijama, llamando aquí y allí a su mujer, pero desatendiendo las llamadas que ésta le hacía desde la ventana. Mr. Smith, inexplicablemente, dijo que no podía permanecer allí por más tiempo, que tenía otra mujer y otros hijos mucho mejores lejos de allí, con una esposa de pelo más rojo y con una casa con jardín más bonitos; por lo que tenía que ir a buscarlos. Y dicho lo cual, al parecer, huyó del lugar sin llevar ni tan siquiera un sombrero, y con flagrante abandono del hogar, de la mujer y de los hijos.

La defensa que posteriormente sostiene Mr. Smith resulta cuanto menos confusa. Acepta los cargos, pues admite que abandonó su hogar, a su mujer y a sus hijos. Pero en su defensa alega que su partida se debió... a la búsqueda de su casa, su mujer y sus hijos, que estaban muy lejos de allí. Si era el propio Mr. Smith el que estaba lejos, o si por el contrario su familia era la que estaba lejos, nunca terminó de aclararse. El caso cierto es que el acusado salió en búsqueda de su hogar con temeridad manifiesta, pues pretendía nada menos que dar la vuelta al globo terráqueo para volver al mismo lugar...

“Puede juzgar por Vd. mismo... soy un hombre que dejó su propio hogar porque no soportaba estar lejos de él. Oí a mi mujer y a mis hijos hablando y les vi moverse en la habitación, y todo el tiempo sabía que estaban andando y hablando en otra casa a miles de kilómetros, bajo la luz de cielos diferentes, y más allá de los mares... Los amé con un amor devorador, porque parecían no sólo distantes, sino inalcanzables. Ninguna criatura me pareció nunca tan querida y tan deseable: pero yo parecía un fantasma helado, por lo que me deshice del polvo bajo mis pies. E hice más aún. Desprecié el mundo bajo mis pies para que rotara hasta mi punto de partida, como una cinta para correr. 

Mi peregrinaje todavía no se ha completado, me convertí en un peregrino para cuidarme de convertirme en un exiliado...”

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