“El
alma buena de Sezuán”, es una obra de teatro escrita por Bertold Brecht,
ambientada en la antigua
China y escrita entre 1938 y 1940.
Semejante
a una fábula, se desarrolla en la alejada provincia China de Sezuán. A tal comarca
llegan tres dioses, que solicitan alojamiento a los habitantes del lugar. El
aguador Wang, el único que reconoce a los dioses como tales, intercederá por
ellos ante los vecinos, pero ninguno de ellos está dispuesto a acoger a los
viajeros. Sólo la gentil prostituta Shen-Té acepta acogerlos durante la noche.
En
agradecimiento, y satisfechos por haber encontrado finalmente entre todas las
almas de Sezuán un alma buena, los dioses compensan a Shen-Té, con el
mandato de seguir siendo buena. Así, Shen-Té podra salir de la situación
precaria y miserable en la que se encontraba, y acceder a regentar un pequeño negocio de
tabaco.
Pero
cumpliendo el mandato de permanecer buena, Shen-Té se encuentra con pocos
clientes, y sobre todo asediada por los mendigos y vecinos, entre otros por
Shin la antigua propietaria de su establecimiento, que se aprovechan sin
escrúpulos de su bondad.
La
situación se deviene insostenible: Shen-Té no puede desconocer el
mandato de sus benefactores de permanecer buena, pero tampoco puede sostener el
comercio, pues su carácter bondadoso lo llevan a la ruina a manos de sus mezquinos convecinos. Shen-Té encuentra entonces la solución de escindir su personalidad en dos, dando cuerpo
a un supuesto primo suyo llamado Shui-Ta, que personificará ella misma disfrazada, un duro hombre de negocios que hará
acto de presencia con cada vez mayor frecuencia, para proteger a Shen-Té de su
propia bondad, y hacer sostenible el negocio.
Las
duras maneras de Shui-Ta se impondrán progresivamente en la administración del
comercio.
Finalmente,
los dioses retornan a visitar la comarca, y se constituyen en tribunal para
juzgar si Shen-Té ha permanecido fiel a su promesa de ser buena. Conociendo el
desarrollo de los acontecimientos, los recién llegados desaprueban las maneras
de Shen-Té, sin embargo ésta se trocará de acusada en acusadora, al reprochar a
los dioses a su vez la imposición de un mandato de imposible cumplimiento, pues
en definitiva ella ha comprobado que el ejercicio de la bondad entre sus
maliciosos convecinos le lleva irremediablemente al desastre y a la ruina.
A
grandes rasgos, ésta interesante parábola plantea una cuestión aguda sobre la
existencia de la bondad y sobre su sostenibilidad en el mundo en que vivimos. Más allá del planteamiento político del escritor socialista, sobre lo que podríamos toscamente interpretar como "imposibilidad de conciliar bondad y rentabilidad económica", queda en el aire el reproche a Shen-Té a los dioses que le impusieron un mandato de contenido imposible y cuyo cumplimiento le conduce al más completo desastre. A la bancarrota, para ser más exacto.
Con éste planteamiento, recuerda la fábula en gran medida a la
más reciente película “Dogville” de Lars Von Trier, encuadrada entre su
trilogía denominada "Corazón de oro" (“Rompiendo las olas”, “Bailando
en la Oscuridad” y Dogville). En Dogville, será la fugitiva Grace la
que vaya descubriendo la velada malicia de los educados y acogedores habitantes
de Dogville, y finalmente llegará a la misma encrucijada que Shen-Té al comprobar por propia experiencia la imposibilidad de practicar radicalmente la bondad -el agradecimiento, en este caso- con el prójimo, sin que la dignidad, la integridad, e incluso la propia vida se queden
por el camino.
Esta es una nueva perspectiva sobre las posibilidades del trato de uno mismo con los demás, con los vecinos, con los conciudadanos, con el prójimo en definitiva. Ya se vió en artículos anteriores que Sartre en "Huis Clos" desesperaba de la posibilidad de poder hacer otra cosa con el projimo que destruirse mutuamente. Camus defendía sin embargo el impulso fraternal de rebelión junto con los demás. Ahora, Brecht a modo de gozne entre ambos autores nos muestra el impulso bondadoso para con los demás (Camus), que fracasa estrepitosamente (Sartre). Pero en éste caso, el impulso de Shen-Té es expresamente bondadoso, además por mandato divino, lo cual plantea el problema desde una nueva perspectiva, al cuestionar si la simple bondad como tal (el bien), puede hacerse presente en el mundo -entre nosotros-, sin hacerse/nos trampas , sin vengarse después de mostrar la otra mejilla , y sin dejarse la vida en el empeño.
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